miércoles, 30 de septiembre de 2009

¡Festival del humor! - I: Movimiento hormónico simple

Bueno, teniendo en cuenta que hace un respetable tiempo que no actualizo, se me ha ocurrido un manido recurso una genial idea para darle un poco de vidilla al blog sin necesidad de dedicarle un tiempo del que ahora mismo no dispongo en exceso. Ahora mismo sólo tengo en la cabeza matar a mi director de proyecto acabar los pocos flecos que restan para finiquitar mi proyecto para así poder matar a mi director de proyecto disfrutar al fin de ansiado tiempo libre sin remordimientos. Salvo los de matar a mi director de proyecto. Eh, espera, eso no me causará remordimientos.

Mientras tanto, nada mejor que recurrir a las reposiciones. Puede que haya a quien le resulte irritante, pero oye, la televisión pública lleva haciéndolo años y todas las putas navidades hay quien se traga la saga antera del Señor de los Anillos con gusto. Además así de paso reuno todas mis perlas del saber en un único sitio...

¡Comienza el "Festival del humor"! =P




Movimiento hormónico simple
(publicación original: 02/06/2005)

Llega el verano. Se acerca lentamente pero de forma inexorable. Él siempre tan correcto, tan cortés. A mitad de camino se encuentra con una comitiva de exámenes que charlan animadamente entre ellos. Por supuesto actúa de forma acorde a su buena educación: "Caballeros, pasen ustedes primero...". Ellos no le agradecen el gesto, ni siquiera le prestan atención por más de un segundo. No fueron educados para la simpatía ni el protocolo. Ellos se limitan a hacer lo que saben hacer bien: putear al personal. Sin embargo el verano no se altera en absoluto. Les deja pasar sin perturbar un ápice su eterna sonrisa. ¿Para que alterarse? Él es un triunfador, todo el mundo lo quiere. No tiene por qué darse prisa. Al fin y al cabo llegue cuando llegue todo el mundo le estará esperando. Sin duda todo esto ya debería dejar claro que él está en la cima, pero hay un punto donde deja clara su posición social. Y es que el verano jamás llega solo: una escolta de tías macizas en paños menores le preceden. Y no, no me refiero a que el verano sea una especie de tío con pelo afro que responde al nombre de 11811. Me refiero a tías macizas de verdad. Él es más bien una especie de Bond en smoking negro rodeado de las hembras que acompañaban a Jesús Gil en el programa ese de "Desde Marbella..." y las del programa de Jose Luis Moreno juntas.

Eso es lo que hace el verano especial. Da igual la profundidad de conversación y cultura que tenga un tío. Puede ir por la calle con una camisa de cuadros abrochada hasta el último botón y sometida dentro de un discreto pantalón color beige subido hasta los sobacos, con unas gafas de dos centímetros de grosor y leyendo "La metamorfósis" de Kafka, que si pasa uno de estos especimenes femeninos se bajará las gafas hasta la punta de la nariz y le dedicará un "óle, a ti te metía yo de tó menos miedo...". En verano todos respondemos a los mismos impulsos.

¿Entonces? ¿Donde está la pega? Todo el maravilloso, ¿no? Pues no del todo. Y es que como dije antes esta comitiva llega antes que el verano. ¿Y que hay antes del verano? Exacto... los exámenes. Y esa es la historia de por qué alguien que quiera aprobar no puede ir a la biblioteca. Uno llega con sus apuntes bajo el brazo, busca un sitio libre (no sin poco esfuerzo), y se sienta. Cuando llevas la mitad de un cuarto de página leído por encima decides levantar la vista un momento a ver el panorama. Sin mala intención. Simplemente como quien mira desde un alto el llenazo de un concierto. Y de repente la ves. Está justo enfrente tuya. Está sonriendo. Por supuesto no es para ti, pero ya te ha alegrado el día. Tratas de vencer la tentación. Bajas la vista sobre los apuntes y lees susurrando: "Y el coeficiente chi-cuadrado sub cé que debe ser inferior a cierto valor k...". Por un momento levantas la vista sin parar de recitar en voz baja. Está claro, es imposible resistirse. Confundes sus labios con los pétalos de las rosas humedecidas por el rocío de la mañana. Confundes el brillo de sus ojos con los destellos del sol de poniente en el mar... Y de repente se pone de pie y "¡PERO QUE PEDAZO DE JACA!" a grito pelado en medio de la biblioteca. Se hace el silencio. Te lleva unos tensos segundos darte cuenta que has sido tú. Las miradas clavadas en ti colaboran a que te percates de ello. Tratas de salir del paso: "Que sí, que sí... en los apuntes que me dejó el Ermenegildo, que ha puesto 'vector' con 'b'... ¡vaya pedazo de 'jaca' de ortografía eh?". No sabes la credibilidad que has logrado con el paripé, pero al menos la gente vuelve a lo suyo. Te autoconvences: no ha sido culpa tuya. Al fin y al cabo los monumentos están para permanecer en su respectivo pedestal, no para andar paseando por ahí. Vuelves a los apuntes: "Y el nivel de significación crítico debe ser inferior a alfa...". Por supuesto pese a haber perdido más kilos en sudor que un conductor de fórmula 1 en tu primera pequeña distracción, no escarmientas: sin querer, vuelves a levantar la vista. Y ahí hay otro monumento, que ese sí está subido en su respectivo pedestal: en una banqueta tratando de alcanzar un libro de la última balda de la estantería. Que el cinturón sea capaz de taparle toda la falda no te ayuda a relajarte. ¿¡Qué libro puede haber en la última balda que le interese por Dios!? Piensas para ti que eso no te puede estar pasando. ¿Estarán rodando una peli porno en la biblioteca y tú sin darte cuenta? Miras alrededor y no ves ninguna cámara. ¿Y entonces?. De repente ves como se te acerca otra de estas promotoras del pecado y la lujuria. Avanzando sensualmente... balanceando las caderas a cada paso... Con un repiquetear de los tacones que a cada paso pone a prueba la firmeza de su pecho. Cuando llega hasta donde estás se pone a hablar con el yonki de al lado tuya: "¿Que tal Pedro? ¿Como estás?"... "Pues anda que tú" piensas para ti. De repente te das cuenta que eso último no lo has pensado... lo has dicho en voz alta. Piensa Fénix, piensa. Aprovechas la postura que tenías con las manos en las sienes. Te levantas de la silla sin separar una de ellas: "¿Sí? oye, que te oigo muy mal... que no tengo casi cobertura...". Sales de la biblioteca, y respiras profundamente. Ha estado cerca. Pero debes volver a entrar. Te has propuesto estudiar... y aunque no fuera así, te has dejado las cosas dentro. Tratas de tranquilizarte, razonar y ordenar tus pensamientos: "Tranquilo Fénix, tranquilo... no son más que... que... que... las Diosas del placer que te traen el néctar de la lujuria". Al final desistes en la tarea de serenarte. Entras en la biblioteca y que sea lo que Dios quiera. Al llegar a tu sitio te das cuenta que la femenina fémina te flanquea por el lado opuesto al yonki. Te sientas, y vuelves a los apuntes. Cinco minutos después te sonríes a ti mismo. Has conseguido concentrarte durante 300 segundos seguidos. Te dedicas una palmadita en la espalda simbólicamente. Todo marcha sobre ruedas, cuando de repente la discípula de Lilith se agacha a recoger algo del bolso que tiene posado en el suelo... (causa) y la reacción es instintiva: "¡¡MADRE DEL AMOR HERMOSO, VIRGEN DE LA MACARENA!!" (efecto). O esta mujer tiene pelos en el pecho, o su escote es excesivamente pronunciado. La gente vuelve a mirarte fijamente. A la porra, recoges tus cosas y te largas. Es indignante. Es imposible que haya más densidad de macizas en la Universidad que en la calle. Seguro que la mitad están contratadas por el ministerio para que se paseen y luzcan palmito. Así se aseguran que la gente no se concentre, suspenda, y tenga q volver a matricularse... ¡y más pasta pal bote! Son muy listos... Pero contigo no cuentan... ¡claro que no! Tú no caerás ahí. Lo tienes decidido: te vas a estudiar a casa sin salir ni para ir al baño. Además, por si acaso barajas la posibilidad de presentarte en Septiembre... o Febrero. Al menos a esas alturas toda esta fauna ya irá con una gabardina desde los tobillos hasta la nariz. La enajenación mental transitoria está servida.

Y es que todo esto sólo puede pasar en los exámenes de Junio, a las puertas del verano...