Supongo que alguno recordará (si no, basta con mirar el anterior post ahí abajo...) que se me había presentado la oportunidad de iniciar mi andadura laboral, y así lo hice. Entonces comentaba que pese a que las circunstancias invitaban a la alegría y el optimismo, yo sentía un extraño presentimiento. Debería haberle hecho caso. Mi maldito sentido arácnido nunca se equivoca. Pero en aquel momento me vino a la cabeza la frase "Tus sentimientos son útiles Obi-Wan, pero no dejes que nublen tu juicio". Y una mierda. Hasta en la peli el presentimiento era acertado, pero de eso no me acordé. Las consecuencias: ahora tengo los huevos tan hinchados que colgando parecen bolsas.
Todo empezó un fantástico lunes multicolor. El sol brilla, los pajaritos cantan, las nubes se levantan... Pero un ligero "problemilla": sin contrato. Ese fué mi primer error. Fuí a trabajar sin tener claro para quién lo hacía. No sabía si estaba subcontratado por un profesor (el hombre de carácter cordial, cercano y campechano del anterior post) o si realmente estaba trabajando para la academia. No hay contrato y ni siquiera sé quién tiene que pagarme. Dudas. Al final las solventé preguntando a ese hombre. Estoy trabajando para él directamente. Él es el que abonará el importe de mis servicios, pero el pago me lo realizará la academia. Correcto. ¿Y el contrato? "Meramente verbal". De acuerdo. No me sorprendió, después de todo era un trabajo temporal para un espacio de tiempo muy concreto y breve, estaba bien pagado (catorce euros la hora) y el hombre fué claro desde un principio, no trató de ocultar nada. ¿Pero y qué pasa con el contrato que me ofrecía la academia? Por el momento, ni rastro. Así pasó mi primera semana de trabajo. En clase ningún problema. Todos los chavales muy majos. Algunos con más interés y otros con menos, pero eso es inevitable. Sólo un detalle rompió con la monotonía de esa semana: el jefe supremo solicitó una charla conmigo. Tuve que dejar la clase con los chavales y bajar al despacho. Allí empezó a comentarme los pormenores del futuro contrato. Me indicó que me iban a dar de alta en la seguridad social y empezaría a trabajar para ellos, dado que hasta entonces lo estaba haciendo para el otro hombre. Y que, como me había comentado, mi sueldo oscilaría entre los seis y los siete euros la hora. Fruncí el entrecejo. En la primera entrevista con él me había dicho que oscilaría entre siete y ocho. Ocho serían si trabaja un número bajo de horas, y siete si se me ofrecían más, dado que así podría valorar si prefiero trabajar más horas por algo menos de dinero (que al final repercutiría en un sueldo mayor) o prefiero mantenerme con horario más pequeño y sueldo por hora ligeramente más alto. Las condiciones eran las mismas, pero las cotas del sueldo limpio por hora habían bajado un euro repentinamente. Y si antes ya no era un salario precisamente para tirar cohetes, ahora era de chiste. Teniendo en cuenta que el contrato me lo harían a tiempo parcial, por dos horas al día, serían siete euros al día por cinco días a la semana... setenta euros a la semana. En fin. Estúpidamente asentí. Un nuevo error para mi colección.
Al día siguiente un nuevo hombre, jefe local, recién llegado de sus vacaciones me ofrecía el contrato para firmar. Léelo detenidamente Fénix, que no te la vuelvan a clavar, pensé. Me sorprendió el concepto del contrato: Mantenimiento de la página web. ¿Pero no decían que eso sólo era una cosa?¿No tenía que arreglarles los equipos? ¿No tenía que administrar los equipos? En el contrato eso no consta. Otro aspecto gracioso era la duración del mismo: hasta fin de obra. En palabras del contratante: mientras estemos contentos. Por lo demás, el documento era absolutamente genérico. Ni siquiera se indicaba el sueldo por hora, todos esos aspectos iban según convenio. Sólo constaba de las horas trabajadas y dos cláusulas adicionales. La primera indicaba que se podría solicitar el desplazamiento del contratado entre los dos centros de la academia. La otra que podría extenderse la jornada laboral si fuese necesario. Ambas mutuo acuerdo. En fin, algo me comentó... aunque no exactamente así... otra vez acepté. Nuevo error por mi parte, y van...
Y así pasó el resto del mes. Sin mucho que comentar. Haciendo chorradillas para la página web y, pese a que en le contrato no estuviera reflejado, también haciendo algunas labores menores de administración de sistemas. En fin Fénix, los principios son difíciles. Y llegó el fin de mes. Y el día 31 no cobré, ni el 1, ni el 2, ni el 3... y uno empieza a mosquearse. El profesor que me contrató además indicó que ya había hecho el ingreso a la academia. "Catorce euros la hora, lo acordado". Pero llega el fin de semana, y la buena voluntad (o un poco de retraso mental, quién sabe...) deja estar las cosas por el momento. "Si el Lunes aún no se ha ingresado tendré que notificarlo". Y así llega el lunes. Camino al trabajo consulto lo últimos movimientos en mi cuenta: ¡¡Un ingreso!!. Me quedo helado: 264€. ¿¡¡Pero que demonios!!? ¡¡¡Eso es a... a seis euros la hora!!! ¡¡¡Y todo el mes, incluído las horas de contrato para el profesor!!! Ya han conseguido cabrearme de verdad. Una oportunidad. Sólo les queda una oportunidad. Tengo que hablar con el jefe local y que éste me confirme que ha sido un error, así como proceder al ingreso de los ciento catorce euros restantes para cumplir con el convenio establecido. Aún así tuve que resistir dos días, con la sangre hirviendo, dado que no conseguí localizarlo. Pero hoy, llegó el día.
El jefe local en su despacho:
- *toc-toc* ¿me permite un momento?
- Por supuesto - me contesta.
Le comento que tengo una duda sobre el ingreso de la mensualidad correspondiente.
- ¿Con qué criterio se ha llevado a cabo?
- Horas trabajadas por dinero a la hora.
- Pero en ese caso... ¡me están pagando a seis euros la hora todo el mes!
- Es correcto - me dice sin inmutarse.
- Pero eso es imposible... la primera semana la trabajé contratado para un profesor, no para la academia... y el precio era de catorce euros la hora... el contrato lo firmé la semana siguiente.
- Olvídate del contrato...
- ¡Pero cómo que me olvide del contrato! No he estado trabajando para ustedes, no deben pagarme seis euros la hora, sino catorce... el profesor q me contrató ya os ha hecho el ingreso, el pago se acordó que se realizaría a través de la academia...
- No tengo constancia de nada de eso...
No me puedo creer la situación que estoy viviendo. Para la calderilla que pagan encima no abonan el importe del convenio establecido... indignante.
- Pero es que no sólo es eso... el convenio que establecimos indicaba que el pago sería de entre seis y siete euros la hora, en función de las horas trabajadas... Y dadas las circunstancias me corresponden siete euros la hora... El ingreso es incorrecto en ambos aspectos.
- Yo tengo instrucciones de pagarte seis euros la hora por las horas trabajadas. Aquí me constan cuarenta y cuatro horas trabajadas... ¿Hasta ahí bien?.
- No, claro que no... mis horas trabajadas para la academia son trenta y cuatro, a siete euros la hora, y sin contar el ingreso de la primera semana, que son a catorce euros la hora, y que ya ha sido abonado a la academia para que me lo ingreséis, el profesor me lo ha confirmado.
- Mira, tranquilízate... te veo un poco falto de confianza... olvídate de esa desconfianza. Si hay algún trato de ese tipo se te respetará... y ya está. Ya le preguntaré a
- ¿Debo hablar yo con él?
- No, yo lo haré - concluye.
- ¿Cuándo podría tener una respuesta?
- ¿Por qué? ¿Te corre mucha prisa?
El tono de esa pregunta ya me resultó irritante, pero lo que no me esperaba ni por asomo es la respuesta que vendría a continuación de mi observación...
- Lo cierto es que sí, no me encuentro cómodo trabajando en estas circunstancias, quiero aclarar las cosas.
- Mira, ahí creo que te estás pasando de la raya - dijo frunciendo el ceño - No puedes meterme prisa. Cuando pueda lo haré.
Desconcertante. Irritante. Dejando claro que es una persona muy ocupada y su tiempo vale mucho, mientras el mío es despreciable. Empiezo a explotar por dentro. Seguro que subí de temperatura un par de grados, pero aún así mantuve la compostura.
- No le estoy metiendo prisa. Estoy pidiéndole una fecha.
- Cuando pueda.
No se si es real, o sólo producto de la tensión, pero noto cierto tono de desafío en su voz. En la maleta que me acompaña tengo mi último recurso. La carta que me permitirá hacer la baza de una vez, pero prefiero no jugarla aún. Ya no les quedan oportunidades. Les dejo de márgen esta semana para enmendar su error, aunque no se lo comunico. Una vez transcurrido ese tiempo, jugaré mi última baza. Sin discusiones. Irrevocable. Si para el próximo lunes este desagradable suceso no se aclarado, lo aclararé por mi cuenta de la única forma que puedo. Levanto la vista hacia mi interlocutor y dejo que quemen la última oportunidad que les resta.
- Espero que me mantenga al corriente.
Me levanto y me marcho. El colmo. Ésto no me puede estar pasando. Si por la mierda que me pagan me dan tantas vueltas... ¿qué harían si tuvieran que darme un sueldo de verdad? Prefiero no imaginarlo. El caso es que estoy tragando mucho más de lo que debería... pero se acabó. La paciencia tiene un límite, y la mía se ha acabado. Bravo, han conseguido desilusionarme y cabrearme en un sólo mes. Si sólo hubiera hecho caso a mi intuición...
2 comentarios:
Jajaja, me da que va a haber un alta más en trabajobasura.com XD.
Parece que en este país la longitud de la escoba que llevan algunos metida por el culo es inversamente proporcional a su responsabilidad (cuanto menos responsables son, más estirados se vuelven).
Lo peor es que por culpa de cosas así se pierde cualquier atisbo de interés e ilusión. Son cosas que te asquean y te mantienen todo el día pensando como ha podido ocurrirte el toparte con tal situación...
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