viernes, 28 de septiembre de 2007

Garabatos de grafito

Ya tocaba actualizar, y ante la ausencia de un motivo, una musa o simplemente ganas de filosofar (todavía no lo tengo muy claro), esta vez me decanto por publicar otro dibujo. Aunque soy plenamente consciente de mis limitaciones en este aspecto, procuro siempre hacerlo lo mejor posible (como todo en lo que me involucro) esperando suplir con persistencia y práctica la escasez de talento. Además, en mi opinión, dibujar no es sólo un ejercicio artístico. Nos permite conocer mejor la naturaleza humana, no sólo a nivel físico, sino también emocional. Para dibujar no basta con conocer y aplicar bien las proporciones, sino saber transmitir emociones y sentimientos a partir de gestos y actitudes. Ésto podemos aplicarlo luego a nuestras vidas, transformando esa capacidad de observación en cierta empatía con las personas. Y esa es al fin y al cabo el objetivo que todos buscamos, incluso alguien tan socialmente inepto como yo. Todos buscamos el reflejo y el complemento de nosotros mismos en los demás. Queremos sentirnos comprendidos y queridos. Y para ello lo primero es necesariamente comprender y conocer a los demás. En cualquier caso, alcanzar a comprender y empatizar con alguien no implica que sepamos actuar en consecuencia... pero es un paso obligado.

En fin, la muchacha en cuestión empezó tomando como modelo a una famosa, pero en vista de que el resultado final se parece tanto como un percebe a un centollo, no tiene sentido decir quien era.

P.S.: Al final, y sin darme cuenta, he filosofado más de la cuenta...

miércoles, 19 de septiembre de 2007

¡¡Esto es ESPARTA!!

Nosotros, los estudiantes de la EUITIG, descendemos del mismísimo Hércules. Nos enseñó a no retirarnos jamás... a no rendirnos jamás. Nos enseñó que palmar numérico después de un mes de estudio es la mayor gloria que se puede alcanzar en la vida. ¡Viesquenses! ¡Los mejores estudiantes que el mundo ha conocido!

Para conmemorar tamaña gloria he hecho un dibujito del amigo Leónidas...



¿Una locura? ¡¡Esto es VIESQUES!! ò_ó

viernes, 7 de septiembre de 2007

¿Qué es Pino? Pino es Pino...

Durante la última etapa de éste curso descubrí, casi por casualidad, un anime japonés adulto al que la crítica trataba muy bien. La verdad, sólo con ver imágenes sueltas me entró la curiosidad. Dibujo tradicional pero de trazos modernos y mezclado de forma convincente con animación en 3D. Estética cyberpunk. Pintaba bien. Hacía tiempo que no veía ningún anime y éste estaba catalogado como todo un thriller. La única pega es que no estaba disponible en español. Ni en inglés tampoco. Me descargué y me tragué toda la serie en japonés con subtítulos en español latino. Una traducción paupérrima, llena de errores ortográficos, gramaticales, frases mal construídas (incluso a veces carentes de sentido) y modismos sudamericanos. Pero era la única alternativa completa, así que simplemente lo soporté.

Y estoy contentísimo de haberlo hecho, porque descubrí una joya. Una historia muy inteligente, giros en la trama muy acertados, personajes carismáticos y realmente tridimensionales... Y la mejor secuencia de opening que recuerdo en cualquier anime (aderezada por la canción Kiri del grupo Monoral). No es un anime precisamente violento, pero desde luego os advierto que no es para niños. La historia es demasiado complicada y hay ciertas escenas excesivamente crueles para ellos. Sin embargo, si sois adultos (o al menos eso dice en el DNI), tanto si ya estáis familiarizados con el género como si nunca os habéis animado a ver algo así, no se me ocurre mejor alternativa para que os quedéis enganchados a una serie. Ah, el título... Ergo Proxy.

¿Y por qué digo todo esto ahora? Bueno, tiene una explicación simple. Esta serie ha sido licenciada en España y "pronto" veremos los capítulos en alguna cadena de cable y seguramente, también a vender por ahí en DVD. Actualmente está terminando de editarse doblado al inglés en DVD, y a mí ya sólo me falta el último de los discos, que se lanzará el 24 de Septiembre. Volveré a verla doblada y subtítulada al idioma de Shakespeare para aclarar algunos puntos que me quedaron un tanto difusos, debido principalmente a la pésima traducción.

Y por todo ésto, ayer me apeteció dibujar algo relacionado con la serie a modo de pequeño homenaje personal. Mi elección ha sido el personaje de Pino, un autorave infectado por el virus cogito, perteneciente al triunvirato protagonista y con una personalidad realmente encantadora.



sábado, 1 de septiembre de 2007

C'est la vie!

Está claro que cuando estamos a punto de dar un gran paso hacia adelante es cuando más propensos somos a volver la vista atrás. A recordar los acontecimientos o sentimientos que nos evoca el cambio. Así es como, a escasos diez días de examinarme de la última asignatura de mi carrera, peleando con matemáticas puras (fiel reflejo de lo que ha sido ésta diplomatura), no puedo evitar esbozar una tímida sonrisa amarga al recordar lo mucho que ha pasado desde que comenzó mi andadura y como han cambiado mis intenciones y mi carácter desde entonces.

Tiempo antes del 2002, año en el que comenzaría mi aventura académica, ya tenía clarísimo los estudios que quería cursar. Ni un atisbo de duda ensombrecía mi determinación. Quería hacer periodismo. Concretamente, quería llegar a ser reportero, corresponsal en el extranjero. Sin embargo esa autodeterminación provocó que la frustración fuese mayor cuando supe que dichos estudios estaban lejos de mis posibilidades. No académicamente, donde a riesgo de parecer vanidoso diré que creo que tendría sobrada capacidad para desenvolverme, sino de forma literal: las Universidades más cercanas aún estaban fuera de la provincia, donde mantenerme estaba lejos del alcance económico de mi familia.

Así que tuve que buscarme una alternativa más asequible. Aconsejado de cara a la salida laboral de cada profesión, cursé el bachiller de ciencias con optativas de ámbito científico-técnico. Para cuando acababa la enseñanza secundaria ya estaba bastante claro la facultad donde iba a entrar. En realidad no puedo decir que lo escogiese... más bien me llegó. Un cúmulo de circunstancias que determinaron que Ingeniería en Informática era el camino evidente a seguir. Una profesión jóven, con futuro, con antecedentes en la familia (lo que siempre empuja), y lo cierto es que en los últimos años (los primeros de la generación de 32 bits en las consolas) había desarrollado una curiosidad creciente por saber cómo se hacían los videojuegos. Me fascinaba aprender sobre ese mundo donde se mezclaban ámbitos aparentemente tan dispares como las matemáticas, la tecnología y las bellas artes. Un mundo lejano de la aburrida contabilidad con la que siempre había relacionado los trabajos que involucraban ordenadores, más mágico, más artístico... más bohemio. Y cursar esa carrera era la única forma de saciar mi curiosidad. Digamos que seducido, me dejé llevar.

Y desde que empecé, no ha habido dos años iguales ni he conocido dos personas iguales. En tan sólo cinco años he tenido oportunidad de experimentar los más diversos estados de ánimo. La gente ha conseguido que me haya sentido arropado, cuidado, querido, mimado, sorprendido, desconfiado, decepcionado, inquieto, menospreciado, desilusionado, solo... y un largo etcétera que día a día aún sigo experimentando. Puedo recordarme soltando carcajadas despreocupadamente, y también derramando algunas lágrimas en silencio. Sin embargo, a todas las personas que me he cruzado, las que me han hecho bien y las que me han hecho mal, sólo me resta darles las gracias. Porque todas las experiencias las necesitamos, y sin ellas no se habría forjado la madurez y el carácter que he alcanzado.

Sin embargo, ahora que rozo la cima no dejo de sentir cierto vértigo tanto por lo que he pasado como por lo que ansío alcanzar. Y con la cada día creciente necesidad personal de publicar una obra literaria, me pregunto que añoro tanto de la profesión de comunicador como para considerarla aún un oficio atractivo. A poco que reflexione siendo sincero conmigo mismo, es fácil alcanzar la respuesta. Viajar, ver mundo, recibir de primera mano la información. Ser testigo de la cara más alegre del mundo y también de la menos amable. Y sobre todo poder ser capaz de interpretarlo todo, sacar mis conclusiones, poder mostrar mi punto de vista, ayudar a desarraigar cierta mentalidad hipócrita del mundo... No obstante, sería un embustero si no admitiese otro enfoque: el de llevar una vida ajetreada en la que darle pocas oportunidades a la gente. Oportunidades tanto de contribuir a mí felicidad como de defraudarme. Porque, reconozcámoslo, temo a la gente. Bueno, quizá no en el sentido estricto, pero temo no poder contar con ella. Nunca he vacilado en ayudar o defender a una persona que realmente me importe con uñas y dientes, hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, siempre he sido reticente a que las personas alcancen conmigo un compromiso por el miedo llano a que no lo cumplan. Siempre he temido que lo que considero recíproco no llegue a serlo, aunque quizá fuere sólo por mi culpa, por mi incapacidad para expresarlo con claridad. Por eso he preferido vivir en la ignorancia y no ser siempre del todo transparente. Porque, y he aquí una advertencia, cuando se es transparente también se es tan frágil como el cristal.