Tengo veintitrés años. Aún muy joven, pero poco a poco me arrimo a la barrera de la madurez. Sino metal, al menos física. Y cuando uno va alcanzando la madurez, a su alrededor empiezan a surgir conversaciones nunca antes siquiera planteadas, que se repiten cada vez con mayor habitualidad…
Por alguna extraña razón hay una conciencia social que dice que para que la vida de una persona esté completa debe casarse y tener al menos un hijo (siendo recomendable dos), habiendo alcanzado así su meta exigida de
familia feliz. Y esta conciencia además apremia a que consigamos estos objetivos con premura, dado que cuanto antes los alcancemos, antes podremos disfrutar del que sin duda debe ser el nirvana de nuestra existencia. Pues para variar, y como se intuirá por el tono utilizado, un servidor discrepa con estos principios.
El matrimonio. Me resulta cómico que mucha gente alegue a él como un estado superior de enamoramiento. Como alegando que casándote llevas la ternura y la pasión a un nivel superior. Por favor. Quizá no sea la persona más experimentada para hablar de ello, dado que aún a mi edad nunca he tenido una relación estable con una muchacha, pero sí tengo las ideas suficientemente claras para saber que si estoy enamorado de una persona, lo estaré independientemente del estado civil. No dudo que, al hacerme feliz, querré compartir todo el tiempo que me sea posible con ella. Y pondré todo lo que haya en mi mano para que ella sea feliz conmigo. Pero a la ley nada le importa eso. Es (y debe ser) algo entre nosotros. Porque, ya llegados a este nivel, la
R.A.E. dice del matrimonio:
matrimonio.(
Del lat. matrimonĭum):
1. m. Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.2. m. En el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia.Ritos, formalidades legales, unión perpetua, prescripciones de la Iglesia… pero de amor nada.
La Iglesia habla mucho y predica sobre el amor, me podéis decir. Sí, por supuesto, pero de forma ambigua y demasiado hipócrita para mi gusto.
¡Ay, con la Iglesia hemos topado!No es de esto de lo que quiero hablar, así que no profundizaré mucho, pero hay que abrir los ojos a la realidad. La Iglesia es una institución antigua y anticuada (que no son necesariamente sinónimos), intolerante, apoyada en valores machistas, que defiende la jerarquía… Surgida en la Edad Media, y lamentablemente apenas evolucionada desde entonces. La Iglesia siempre ha sido un instrumento para proteger los intereses de las clases dominantes sobre el proletariado, el pueblo llano. Por eso la Iglesia siempre ha defendido los valores que fomentan el crecimiento del pueblo dominado, consiguiendo así más siervos, mano de obra… condenando las aptitudes que impiden este crecimiento. Por supuesto, el suicidio es pecado. El aborto es pecado. No deben usarse métodos anticonceptivos… El matrimonio es una herramienta más para garantizar esos intereses. Y la boda… un reclamo.
¡La boda! Lo cierto es que mucha gente por lo que se deja obnubilar no es por la idea del matrimonio en sí. Sí conocen el concepto, pero la idea que les embarga de bienestar es la de la celebración de la boda. Un día de placer y regocijo. Una celebración tan hermosa.
¡Qué guapa iba la novia! Maravillosa, preciosa, perfecta… Palabras que resuenan del pasado en nuestra cabeza. Por supuesto, un anzuelo con un cebo muy apetitoso para picar. Decoran lo que te convencen de que será tu futuro de una forma tan inmaculada que no puedes dejar de desearlo. Quizá egoístamente, todos quieren para sí una ceremonia como esa. Y seguramente para muchos es la prueba irrefutable y concluyente de que el matrimonio te procurará la felicidad.
Y por último, los hijos. No voy a criticar en absoluto la decisión de tener hijos, pero creo que debe tomarse responsablemente. Tener un hijo conlleva un compromiso enorme y constante, por lo que antes de aceptarlo creo que debes plantearte dos aspectos. Primero:
¿he vivido para mí lo suficiente? ¡Aprovecha la juventud! ¡Trata de alcanzar tus sueños antes de luchar por los de tus hijos! ¡Escápate! ¡Disfruta! ¡Vive tu vida antes de tener que vivir la de otra persona! Eso es para mí alcanzar tus metas en la vida. Y lo segundo:
¿estoy en las mejores circunstancias para tener un hijo? Porque un niño no es un juguete, y si no estas en las mejores condiciones y lo tienes sólo para saciar tu ansia egoísta, al final se traducirá en sufrimiento en mayor o menor grado para el pequeño, inocente de tus actos.
En conclusión, y ésta vez no hablaré de forma general, sino personalmente y refiriéndome únicamente a mí persona. No planteo casarme. No a corto o medio plazo al menos. Ahora quizá queráis llamarme hipócrita por plantearme siquiera la posibilidad de hacerlo. Pero lo cierto, es que sí hay razones que podrían llegar a convencerme. La primera es que, una vez habiendo conocido a una persona, habiéndome enamorado de ella, habiendo convivido con ella largo tiempo, y en definitiva, habiéndome convencido que no hay lugar mejor que a su lado, quiera dejar testimonio legal de que somos pareja. Por si algo me ocurriera, cederle ciertos derechos (sobre lo que en realidad ya ha sido mutuo) ante la ley. La segunda y última razón que se me ocurre ahora (quizá haya más) es porque casarse fuese algo importante para mi pareja. Por tanto, estando plenamente convencido de que esa persona me hace feliz, sin duda cedería a hacerla feliz concediéndole ese anhelo. Y ahora quizá alguien me quiera acusar de frío, de carente de romanticismo… y estaría completamente equivocado. Lo que pasa es que mi idea de romanticismo pasa por que una persona, a la que no le ata ninguna circunstancia legal o de otro tipo, siga a mi lado en todo momento. Saber que puede marcharse en cualquier momento sin rendir cuentas a nadie, y no lo hace. Y tratar de sorprendernos uno al otro en cada momento. Y conocernos completamente y sin embargo seguir aprendiendo cada día algo nuevo uno del otro. Y poder mirarnos con los mismos ojos que al principio. Y poder compartir esa pícara complicidad sin que eso convierta en predecible el uno al otro… Eso es algo que mantener día a día. En cualquier caso, estos pensamientos ya divagan un poco acerca del tema inicial, que era mi idea de la
familia feliz, y no mi idea del amor (que quizá trate en otro momento). Sin embargo, el que piense que por someterse al
santo sacramento del matrimonio queda exento de estos deberes es un necio sin lugar a dudas. Y por último, respecto a los hijos. Es algo que no quiero plantearme ahora mismo. Soy muy joven, y tengo mucho por vivir. Aún tengo mucho que luchar por mis sueños, y disfrutar de mi vida antes de responsabilizarme de la de otra pequeña persona. Eso no quiere decir que lo descarte. Quizá en el futuro, si encuentro a la persona adecuada y habiendo ya podido disfrutar de nuestras propias vidas intensamente, pueda pasar a considerar un hijo como un motivo de alegría y no como una pesada carga o responsabilidad. Pero a ese día le falta mucho por llegar. Antes tienen que pasar muchas cosas. Quiero seguir mi propio camino, y no el que otros marcan para mí.
P.S.: Esta entrada me ha quedado muy larga y un poco densa. Espero al menos haber sabido expresar correctamente lo que opino para no ser malinterpretado.