martes, 5 de junio de 2007

Sobran dos... ¡Parte a cuatro!

El futbolín. Un juego de coordinación, reflejos y práctica... mucha práctica. La mitad de mi juventud se la dediqué a él. Por éste juego perdí y gané dinero, conocí mucha gente, incluso tuve que dar excusas inverosímiles por impuntualidad... pero sobre todo, me divertí.

Sin necesidad de tecnología alguna, las salas y garitos en las que jugaba se llenaban en torno a él. Auténticos corros esperando su turno para jugar o simplemente observando la partida. Ahí no había trampa ni cartón, sólo habilidad. Y no era sólo ganar al contrario, era ganarlo con elegancia. Una vez despachado eras el centro de admiración, pero si lo hacías con elegancia, también de los vítores. Además era un juego que fomentaba el contacto humano, las relaciones... al futbolín no puedes jugar sin contrincante, pero eso era algo que no era difícil conseguir. He jugado contra gente de todas las guisas en decenas de sitios diferentes. Y pese a las diferencias que teníamos entre todos y lo competitivo del juego, siempre reinaba un ambiente de buen rollo. Aún recuerdo una simpática conversación que tuve (bueno, tuvimos, recordemos que al futbolín se juega por parejas =P) jugando cuando contaba con unos tiernos ¿catorce añitos? contra un tipo que en aquel entonces rondaría los veintialgo.

- ¿Qué edad tenéis?
- 14 años...

- Madre mía, yo con vuestra edad no sabía jugar...

(gol nuestro y partida ganada a nuestro favor...)

- Ya. Ahora tampoco. =D

Pese a todo, siempre pensé que el futbolín estaba avocado al fracaso. Desde aquella época, las salas cada vez tienen menos y aún así la mayoría están vacíos. Las máquinas recreativas han comido terreno, pero sobre todo el entretenimiento doméstico, que ha relegado estas partidas al olvido. Por eso a uno siempre se le escapa una sonrisa cuando, por accidente, se encuentra cosas como esta:

Soccer 2000 (Mesa belga)

“El nivel de ingeniería de ésta mesa no se puede creer sin mirarlo. Es un instrumento de precisión con rodamientos de bolas a las barras, puños de caucho para absorber manos sudorosas y que dan un toque fantástico. Es una verdadera mesa de competición con un campo de juego liso que se siente veloz no obstante un buen control con solamente un poco de ejercicio”


Y el análisis sigue... Toda una joya de la tecnología futbolinera. Y nosotros jugando en antros de mala muerte, jugando en mesas con quemaduras de cigarro y atiborradas de colillas, contando las bolas cuando nos olvidábamos del resultado... Al menos es reconfortante saber que el futbolín aún tiene un mercado importante... Para más referencias, ver aquí.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no sé porqué pero siempre preferí el billar, será que en mi caso esas reuniones eran en torno a él, y no a un futbolín... Pero vamos, que en cuanto quieras echamos una eh? que tampoco se me da mal :p

Fénix dijo...

También jugué lo mío al billar, y me gusta... pero el ritmo de juego del billar dista mucho de la velocidad del futbolín, y la rapidez de reflejos no es requisito necesario... Es otra historia =P

Anónimo dijo...

Buah, ¡es arcade total! ¡Sólo para "hardcore gamers"!

¡El nivel de ingeniería de esa mesa no se puede creer sin mirarlo! Yo todavía no logro salir de mi asombro.

Y esa mesa... ¿hace algo? XDDD.

Erasmusiense dijo...

Wenas, cn tema futbolin me vuelvo loco. Yo no sy gran jugador, xo he d admitir que cuando vy a las salas recreativas d x aki, es el centro d atencion. Siempre me ha parecido increible...NUNCA T CANSAS DE ECHAR OTRA!!! Amigos mios se an llegao a gastar 20€ en una mañana. El billar tiene su atractivo, xo se hace pesado esperar tu turno, matando tiempo con el taco hasta que te toque. El futbolin no, como t distraigas...XDDD En fin, k me ha gustado mucho la entrada. Un saludo