viernes, 11 de abril de 2008

Secretos de confesionario

Me considero una persona honrada, fiel y leal. Siempre he tratado de ser honesto tanto con los demás como conmigo mismo, y creo que quien mejor me conoce así lo considera. Además he aprendido a ser discreto cuando las circunstancias lo requieren. Es por esto que en varias ocasiones he tenido el privilegio de ser secreto confidente de aquellas personas importantes para mí que necesitaban contar algo íntimo que debía conservar la confidencialidad. No obstante, pese a que disfrutar de esa confianza y complicidad resulte agradable, en ocasiones deriva en situaciones en las que no sé cómo reaccionar.

Empatizar con una persona que se derrumba moralmente me resulta francamente arduo. No sé cómo debo actuar o qué debo decir que no suene hueco o tópico. No sé qué gesto poner o qué hacer con las manos. No sé si arrimarme o dejarle su espacio. Ese intenso deseo de consolar a esa persona para que no sufra unida a la incapacidad para actuar me provoca una desagradable mezcla entre tristeza e impotencia que se me agolpa en la boca del estómago. Porque no hay nada más frustrante que ver sufrir a quien quieres y no saber qué hacer para solucionarlo.

¿Preferiría entonces no padecer estas situaciones? Pues en realidad no. Pese a que resulte contradictorio, que alguien me estime tanto como para permitirse derrumbarse en mi compañía… me fascina. Quizá sea porque yo siempre he evitado exteriorizar delante de alguien la magnitud real de mis sentimientos. Siempre procuro interiorizarlos cuando estoy en público permitiéndome sólo reventar cuando estoy en la más estricta soledad. Por eso que alguien pueda sentirse en estas situaciones tan cómodo en mi compañía como lo estaría a solas consigo mismo me hace sentir un gran orgullo personal y me permite valorar de otro modo a esa persona y la relación que mantenga con ella.

Por eso seguiré tratando de hacer las cosas como las hago si eso sirve de ayuda a aquellas personas que me consta que se lo merecen. Porque en compañía las cargas pesan menos.

6 comentarios:

Sleepwalker dijo...

Yo creo que soy una de las personas que se ha "desahogado" en tu compañía, aunque sin llegar a derrumbarme... al igual que tú suelo explotar cuando no hay nadie xD
Personalmente pienso que es normal que no sepas como actuar en esos casos, supongo que en realidad nadie lo sabe... lo que cuenta es la sensación que transmitas, que sepan que estás escuchándoles y los apoyas independientemente de lo que digas o hagas.
Y ya que sale el tema y en su momento no te lo dije (no hace falta que lo haga para que ya lo sepas) pero gracias :) (entre otras cosas por aguantar la chapa, ya sabes a qué me refiero :p)

eliblanco dijo...

chincha... ya actualice... pa que luego no te quejes jaja

eliblanco dijo...

Ainsss... la verdad es que si... te quedas mas ancho que un ocho desahogandote escribiendo tus pensamientos, ideas, sueños... ;)

Besosssssss

Anónimo dijo...

Jo, tío, gracias por apoyarme en mi derrumbamiento personal... desde que perdí esos 60€ ya no soy el mismo -_-. JAJAJAJA.

Fénix dijo...

1. Sinceramente, no creo que tengas que darme las gracias por nada. He procurado hacer "mis deberes" lo mejor que he podido pero, afortunadamente para tí =P, no creo que nunca hayas dependido de mí realmente. Además, tú también has estado siempre ahí, así que no me parece en absoluto justo que me pidas las gracias por nada.

2 y 3. Ya te he contestado en tu territorio =P

4. Calla... calla marica... que ahora vienes de chachi-duro y tú te has derrumbado hasta cuando te pasé aquella foto de Yola Berrocal en pelota camuflada con otro nombre para putearte... JAJAJAJA LLORA CABRÓN, LLORA!!! }=D

Anónimo dijo...

Eres pérfido ;_;