lunes, 7 de abril de 2008

Si los bichos trabajasen en la tuna...

Un latente sentimiento de odio germina en mí desde hace semanas. Y ahora que se ha hecho visible no puedo contenerlo. No puedo… no quiero hacerlo. Quiero justicia. Quiero venganza. Quiero sangre… su cabeza clavada en una estaca para regocijo de mis más oscuras y sádicas pasiones. Sí, lo confieso sin temores ni vergüenzas: señores, odio a esas putas palomas. Las odio con toda mi alma.

Con la inminente llegada de la primavera parece ser que se aproxima la época de apareamiento de tan simpáticos animalitos, y los traviesos pichones entonan sus cánticos de cortejo para atraer a la ingenua hembra que consienta desahogar sus bajos instintos dando de paso lugar al milagro de la vida. Así que porque los putos pollos de ratas con alas anden salidos tengo que aguantarlos posados en mi terraza gorjeando desde las siete de la mañana, inflando y desinflando el buche al mismo ritmo que lo hacen los mis huevos.

Que sí, que siempre he sido muy tolerante con la naturaleza y sus caprichos, pero la paciencia se va disipando según el sueño aprieta… y para tener bichos que armen escándalo por sus ganas de joder a las tantas de la mañana ya me bastaban mis vecinos.

Puntuales cada mañana me despiertan temprano para que pueda disfrutar a tope el día. Y regularmente a lo largo del día me visitan para entonar sus alegres sinfonías en mi balcón. Más de una vez me he encontrado saliendo al balcón haciendo más gestos con las manos que un controlador aéreo bailando el aserejé con sobredosis de LSD. Y aún así las cabronas no me hacen ni puto caso. Me miran con gesto de incredulidad (o eso me parece, tal vez porque al tener los ojos en los laterales de la cabeza tengan que mirar así, porque lo que son músculos faciales no tienen…) y ahí se quedan. Después sólo me queda dejarlas un instante a reflexionar mientras vuelvo con una escoba en la mano a trote de Kevin Costner en Braveheart echando espuma por la boca. Sólo así se ahuyentan. Y en cuanto me doy la vuelta y vuelvo a correr la cortina escucho el aletear del bicho posándose de nuevo. Me doy la vuelta y ahí está, perenne. Si en vez de pico tuviera labios estoy seguro que mostrarían una sonrisa socarrona.

Ya no me basta con que no vuelvan. Ni siquiera me satisfaría suficiente su muerte aunque fuera incluso a mis manos. Ahora lo que quiero saber donde viven, su nido. ¿Para qué? Muy sencillo. Para que cuando pase su época de celo visitarlas todos los días a las tantas de la mañana, ponerme en la rama de al lado de su nido y gritar “¡¡¡Chico guapo y simpático busca maciza para polvete!!!”. Quiero hacerlas sufrir. Así aprenderían esa bastardas podridas.

Y no os engañéis. Noé no liberó a la paloma para que buscara tierra. Lo que dijo en el momento en el que la soltó fue: “Vete a cagarle el barco a los de Green Peace hija de puta, a ver si te ahogas por ahí”.

En fin, creo que liberadas tensiones ya me siento un poco mejor… hasta mañana por la mañana. Eso sí, al primero que me mencione la “paloma de la paz” me lo cargo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que hacer algo. Aquí hay material para que te inspires.

Sleepwalker dijo...

Jajajaja, esa descripción tuya intentanto auyentar a las palomas sin ellas hacer ni puto caso me ha recordado el relato de "El Cuervo", de Allan Poe xD
Lo del vídeo es una buena idea, lo malo que llevaría mucho tiempo, están por todas partes!!! O_O

P.D: Yo también las odio ò_ó

Fénix dijo...

1. Normalmente te llamaría sádico, pero en esta ocasión tengo que reconocer que apetecer... apetece

2. Si estas cabronas no se largan pronto no descartes que acabe peor que el protagonista del relato.

Por cierto, he descubierto donde tienen el picadero esas guarras: justo en el tejado del piso de al lado, colindante a mi habitación. Es decir, la escucho como si estuviera en mi habitación, pero permanece fuera de mi jurisdicción... puto asilo político que se han buscado.

Anónimo dijo...

Jajajajajajajajajajaja!!!!
MUDATEEEEEE YAAAA

Fénix dijo...

¿Mudarme? pues como no te refieras a que me cambie de ropa interior... a ver donde cojones me voy a ir yo a vivir a día de hoy.

(A día de hoy esas hijaputas siguen amargándome la vida ;_;)

Anónimo dijo...

He llegado aquí rebotada desde el blog de sleepwalker, y no he podido resistirme a hacer un cometario...me gusta como escribes, es más me parto de risa con lo que cuentas Y con como transmites, tienes un punto iróncio que refleja mucho detrás. Tu estilo me recuerda a Eduardo Mendoza....anímate con lo que la novela, no arrugues toda página que escribas, seguro que muchas merecen la pena..... yo, por mi parte, estoy empezando a pensarme en serio lo de ir de "vikingadas" contigo (sobri, si lees esto, olvidalo en cinco segundos, o te autodestruirás).

Si me permites, sigo leyendo

Fénix dijo...

Siempre es agradable que le busquen a uno parecidos con literatos de éxito.

Respecto al origen etimológico del término "vikingadas"... ha ido transmitiéndose de generación en generación dentro de nuestra comunidad fraternal hasta alcanzar nuestros días, donde nosotros somos usuarios autorizados, pero desgraciadamente no poseemos el honor de su primera formulación.

Y por último, aquí nadie necesita pedir permiso. Yo suelto aquí mis mierdas como podría hacerlo frente al Ayuntamiento con una gabardina de tela de saco de pie sobre una silla. Realmente si no lo hago es porque no sé de donde sacar una gabardina de tela de saco en estos días... =P