sábado, 19 de mayo de 2007

Monotonía de lluvia

Día lluvioso. Monotonía de lluvia tras los cristales, decía Antonio Machado. Y es la imagen que la mayoría de la gente se ha hecho de la lluvia. Compañera de días grises, de sentimientos desengañados y recuerdos que olvidar. Se ha ganado una fama que no se merece.

Me gusta la lluvia. El dulce repiquetear de las gotas cercanas, y ese inconfundible eco sordo que te envuelve. Las ondas en los charcos, los reflejos, la hierba mojada. Me hace compañía cuando camino solo. Cayendo tímida, caprichosa, como acariciándome. Y sí, probablemente triste, porque la rehuyen, la evitan, la condenan por cargos que no merece y la someten a la más cruel de las indiferencias. Se niegan a admitir sus virtudes y aceptarla tal como es. Sólo cuando os falte os daréis cuenta de vuestro error.

Mientras tanto seguiré disfrutando de su compañía. Personificándola como una figura frágil pero luchadora. Dulce, sensible y melancólica, pero tenaz y perseverante. Siempre sincera y mal interpretada. Y por mucho que se empeñen los literatos en convencernos de lo contrario, compañera perfecta de cualquier sentimiento.

Nada más que decir. Bueno sí, una cosa: dejad de empeñaros, no necesito un paraguas. =P

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también prefiero un día lluvioso, estéticamente hablando claro, y es verdad que cuando no está se echa de menos.